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Agua es salud.



La delgada línea entre salud y enfermedad depende de factores muy simples.
Y la memoria de los hombres es
muy frágil.
Seguramente  la idea de Líster de que los cirujanos se lavasen las manos  antes de una intervención haya salvado más vidas que el más sofisticado de los ‘’scáneres’’  o robots ‘’Da Vincis’’.
A otra escala, el simple hecho de disponer de agua corriente con la que poder lavarse las manos antes de comer también ha salvado vidas y  sin duda ha ahorrado a los servicios sanitarios una enorme cantidad de recursos dedicados a tratar infecciones tan simples como las diarreas por E. Coli. Por no nombrar el Cólera.
Por eso hay que tener mucho cuidado con las decisiones políticas , que incluso inadvertidamente pueden afectar a la salud de la población.
Estos días se ha producido en nuestra ciudad una velada subida de la tarifa del agua mediante un sistema que ‘’castiga’’ el ‘’excesivo’’ consumo.
Aparentemente era un ‘’premio’’ a las familias numerosas, pero en realidad es un castigo a las rentas más bajas.
Es difícil ponerse en la piel del anciano que vive sólo y con una pensión mísera al que  se le dice que si se pasa de litros le van a cobrar más por el agua.
En realidad por lo que veo últimamente es difícil que determinados gobernantes se pongan en la piel  de los más desfavorecidos.
Pero si  por un momento fuésemos capaces de ponernos en esa situación, lo mismo  comprenderíamos  que hay que priorizar, y lo primero es comer, vestir y cobijarse,  y que a lo mejor se puede prescindir de la calefacción e incluso de la higiene.
Sí , ya se, soy  un demagogo exagerado. Ojalá.
Pero me preocupa que el acceso restringido  a elementos tan básicos puedan suponer un aumento de patologías que considerábamos  superadas y todo ello en un entorno de recortes en el sector de la Sanidad.
Miedo me da.


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