Tuve un profesor de Historia de la Medicina, que empezaba su
asignatura con la siguiente reflexión: ‘’Los verdaderos protagonistas de la
Historia no son los reyes , ni los ministros, ni los generales. Lo son sus
cocineros, sus labradores, sus escribanos, sus soldados…’’
El mes de diciembre viene cargado de fiestas religiosas
cristianas. De las más importantes sin duda alguna.
La Inmaculada Concepción de María, por ejemplo, dogma de fe
que se refiere a que la Santísima Virgen fue concebida sin pecado original, y
no que ella concibió a Cristo por obra y gracia del Espíritu Santo.
La Iglesia da mucha importancia a esto, y la tiene sin duda,
pero es un concepto muy ‘’en la nube’’, muy despegado del fango en que estamos inmersos
aquí abajo.
La Natividad de Cristo nos toca más de cerca. Se habla de no
encontrar posada, se habla de nacer en un pesebre, con o sin vacas y burros ,
se habla de pastores, gente humilde analfabeta.
¡Oh! ¿ Se habla de desahucios, , malas condiciones
sanitarias, ignorancia , falta de formación…?
Pues sí. Se habla de eso. Se habla de lo que está todos los
días en las portadas de los periódicos.
Conviene pues, a los que les conviene, dar a la Navidad un
sentido menos ‘’reivindicativo’’. Conviene que sea una fiesta ‘’familiar’’ .
Conviene exaltar a la abuela que con su pensión mantiene a toda la
familia . ¡Maldito sea el anuncio de Campofrío!.
Conviene subliminalmente, una vez más, culparnos a los ciudadanos , que
‘’vivíamos por encima de nuestras posibilidades’’ y echar el peso de la solución
a las familias.
Conviene que la gente piense que es este modelo de sociedad
dominada por los codiciosos el único posible.
Por que si un día, las familias hacemos piña y nos
convertimos en sociedad, les van a temblar los pies de barro.
En toda esta vorágine de fiestas y polvorones hay dos , más
secundarias, que sin embargo para mí son muy especiales.
El dieciocho celebramos la Expectación, la Esperanza. Y el
veintiocho Los Inocentes.
Estas si que son fiestas de actualidad : ¡Que nadie pierda
la esperanza! ¡que no haya ni un suicidio más! ¡que no haya más matanzas de
inocentes! Ni en las escuelas norteamericanas ni en los campos de refugiados,
ni el las hambrunas africanas, ni en Haití, ni en las guerras potenciadas por
los fabricantes de armas, ni en los cartones de los cajeros automáticos donde
duerme un mendigo.
Me decía hace unos días un buen amigo ‘’ Los católicos
estamos ante una gran oportunidad para demostrar que los somos’’.
Y es verdad. Me retrotraigo ahora al mes de Noviembre, a su
primer día. El de Todos los Santos. Esa legión de santos anónimos que han
existido a lo largo de la Historia y que existen hoy en los Cáritas, en los
Ángeles malagueños, en la Fundación Corinto, en Bancosol….
¿ Que tal si nos proponemos ser ‘’una mijilla’’ santos?.
Cada uno en la medida de nuestras posibilidades.
¿Y que tal si además de hacer caridad nos proponemos hacer de este mundo un
sitio más justo donde la caridad fuese innecesaria?.
Por que de lo contrario, lo único que estamos haciendo es
sacar las castañas del fuego a los que la Navidad sólo les parece una época del
año donde comer angulas y beber Möet Chandón.
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