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Etapas de la niñez según Lasalasaeta.

Con la vuelta al colegio en plena epidemia de COVID-19, se ha abierto un importante debate sobre la importancia que para el desarrollo intelectual de los niños podría tener la “pérdida de una generación” como dicen exageradamente algunos o “el influjo de un curso atípico sobre la maduración cerebral” como expresan otros o el “tampoco pasa nada” como también exageran uno cuantos.

 

Supongo que en el término medio estará la virtud. Ni cobardes ni excesivamente intrépidos.

Y, sobre todo, sin olvidar la Historia, madre de todas las ciencias. Ni las historias, con minúsculas que suponen las experiencias vividas por los que ahora deben o debemos decidir.

 

A lo mejor lo que voy a contar os suena a algunos.

Los psicólogos, pedagogos, sociólogos y otros especialistas suelen, en aplicación del método científico, clasificar.

Y clasifican a los niños por edades. Edad fisiológica o intelectual, con predominio de la primera, que es más fácil de obtener.

 

Si embargo los niños nos clasificábamos a nosotros mismos de otra forma.

Dejando aparte las etapas freudianas, ya saben: oral, anal, fálica etc.. los niños, al menos yo como niño, y desde que tengo recuerdos nos clasificábamos con otros parámetros.

 

Hay una primera etapa que va entre hacer palotes y escribir “mi mamá me ama”. Hacer palotes debe ser de los primeros recuerdos de muchos de nosotros. ¿Quizá el primero?.

Éste primer aprendizaje colegial va inevitablemente unido a las primeras frustraciones: la incapacidad de hacer el palote completamente recto u oblicuo y el olvido de ponerle rabillo a la a.

Y dependiendo de la sensibilidad de tu maestro o maestra, la dificultad de coger correctamente el lápiz. Un infierno si eras zurdo.

 

La segunda etapa (siempre presente caligrafías Rubio) era hacer correctamente el “muelle”. Confieso que jamás lo conseguí. Aún me produce pesadillas.

 

Tercera etapa: Ya eras mayorcito si eras capaz de sumar o restar con tres cifras. Pero lo que marcaba verdaderamente la diferencia (lo sabíamos y lo deseábamos) era el paso de pantalón corto a pantalón largo. De aquella época recuerdo con horror los pantalones de lana, que picaban como enjambres de avispas. De tienda en tienda iba probándomelos de la mano de mi madre hasta que daba con unos que no me picasen. Y rezar para que no fuesen muy caros, porque de lo contrario el prurito me acompañaría todo el curso.

 

Cuarta etapa: Cuando separaban a los niños de las niñas .De ella no éramos conscientes hasta mucho más adelante, cuando nuestras hormonas adolescentes empezaban a pedir “niñas” y tu no tenías ninguna a mano en el cole ni sabías muy bien como acercarte a las del cole de niñas de al lado.

 

Quinta etapa: Las espinillas ( o acné). No hace falta decir mucho más ¿ verdad?

 

Y de repente, ya no éramos niños, nos convertimos en adolescentes. Y esa es otra historia.

 


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