Los
zapatos ''Segarra'' que te compraban para el cole tenían una tendencia especial
a meterse en los charcos.
Cuando te destrozaban los pies de
''zobaduras'', tu madre te decía ''aguanta hasta que se ahormen''. No había
Compeed ni esas mariconadas.
La aparición de los zapatos ‘’Gorila’’ ,
con pelotita de goma de regalo, fue el mayor avance para la humanidad después
de la llegada del hombre a la Luna.Contar con los dedos era clandestino y había que hacerlo debajo del pupitre, sin que te viera el maestro.
En el recreo te comías una viena con manteca.
Las gomas eran de
dos tipos : para lápiz o para tinta, las de lápiz olían muy bien y
algunos nos la comíamos a bocaditos.
Había cuadernos lisos, cuadriculados, con dos rayas
y de una raya. El paso del cuaderno de ‘’dos rayas’’ al de ‘’ una raya’’ era señal de que te estabas haciendo
mayor. Cuando te dejaban escribir con bolígrafo en un cuaderno liso, podías
considerarte un hombrecito.
Hacer perfecto
uno de aquellos ‘’muelles’’ de caligrafías Rubio era imposible. Y lo
sigue siendo.
Cuando pasaban lista se respondía ‘’servidor’’ o
‘’servidora’’.
En el patio del recreo se jugaban 14 partidos de
fútbol a la vez. Tú sabías perfectamente quienes eran los de tu partido, los de
tu equipo y tu pelotita. Y que penalty
gol es gol. No hacía falta más.
Las niñas jugaban al ‘’guiso’’ con tiza y piedra
plana. La palabra ‘’rayuela’’ es un extranjerismo en Málaga.
La regla de la maestra era de temer. La regla, la
de medir, que se erigió en el último instrumento de tortura que persistió
desde la Inquisición.
El maestro fumaba en clase. A veces puros.
Ponernos malos era una sensación
contradictoria: podíamos quedarnos en
casa pero nos acojonaba la posibilidad de que nos operaran de las anginas.
Operarse de amigdalitis era la espada de Damocles del niño de la época.
Encontrar en un derribo un trozo de yeso o escayola
podía entretenernos varios días pintando en el asfalto con él.
Y si encontrábamos un palo ( ¡Un palo!¡Un palo!)
podíamos jugar a ‘’espadar’’ .
-¿ Espadamos?
–Vale pero no vale dar en la cara que dice mi madre
que me pueden sacar un ojo.
La esgrima de los pobres. A veces conseguíamos maderas en la carpintería de la calle Los Negros, la misma que nos surtía de virutas para el ''júa'' de San Juan. Entonces eran espadas con puño y todo, una tablilla y un semence y ya estaba.
Claro que en la época de las ''almencinas'' hacíamos batallas de huesos con cerbatana de caña. Mis primos del pueblo me surtían de ellas. Yo las vendía a dos reales el ''puñao''.
Una vez organizamos una guerra entre los de mi calle y los de la calle de al lado. Inventé un arma novedosa: eran bosas de pipas ''Blas'' rellenas de polvo del albero del jardín del ''Lejío''.
Cuando las lanzábamos se liaba una ''polvarea'' buena que hacía las veces de bombas incendiarias.
A veces había que coser algún cuero cabelludo en la Casa de Socorro de las Lagunillas. Si la cosa había llegado a mayores y se había convertido en una ''pedreíta''
Montábamos a caballo dando palmadas a nuestro muslo
o nalga coordinando su sonido con el de
los pies al correr.
El pecado más gordo que confesábamos era haber
cogido una peseta del monedero de mamá para comprar pasta Zara o chicle Dunkin .
Pero el más terrorífico era haber comido antes de comulgar. Este era un pecado
contra Dios mismo. Contra el supremo, el jefe máximo, el de las barbas…
Y cantarle al gordo de la clase ''El gordo 'lavión' ha roto tres bombillas y dicen que le den tres palos en las costillas''
El día se soportaba con la ilusión de que por la
tarde íbamos a ver ‘’Los Chiripitifláuticos’’ , y si te dejaban ver ‘’Los
Intocables’’ es que tenías una familia progre.
La semana se soportaba con la ilusión del matiné del domingo del Málaga
Cinema y el año con la ilusión de los Reyes Magos y los carricoches de la
Feria.
Eramos lo niños de ¡un palo!.
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