El pasado puente de los SANTOS que no quitó aún Rajoy, tuve la oportunidad de hacer un viaje relámpago a Alsacia. En Colmar tuvimos el hotel-base y allí visitamos su mercado. Un mercado monacal. El silencio era absoluto. Sonaba el hilo musical. Totalmente cubierto, no entraba luz de la calle , todo eran fluorescentes. Los productos se disponían en los mostradores con total pulcritud y orden las frutas parecían de plástico y los pescados de cartón piedra, los dependientes, técnicos de laboratorio. Siseé varias veces a mi mujer que hablaba como hablamos aquí , en voz ''normal'' pero allí parecían gritos. Olía a ambientador. Hace unos años por el contrario pude visitar el mercado de Nador, la marroquí ciudad vecina de Melilla. El griterío era ensordecedor. Vendían animales vivos que olían animales vivos. Y pescados muertos que olían a bicho muerto. Todo estaba encharcado y las moscas reinaban a sus anchas sobre los corderos colgados y la chubarquías. La luz era solar, pue...