Leía hace poco, naturalmente en internet ese lugar maldito donde sólo puede uno leer chorradas y equívocos, un artículo titulado La Teoría de la relatividad en siete preguntas y respuestas. Y es que, a pesar de los que “putean” al Albert Rivera, se puede intentar entender a Kant sin leer a Kant y entender a Einstein sin leer a Einstein. O la Biblia sin leer la Biblia. Se trata de reconocer uno humildemente sus limitaciones y buscar fuentes de naturaleza divulgativa que te expliquen y te “desmenucen” el tema del que quieres saber algo por cultura general, no para hacer una tesis doctoral. Esto lo aprendí en el colegio cuando, en una agenda saturada de deberes y exámenes, al profesor de literatura de turno le daba por exigirte que te leyeras las “Novelas ejemplares” de Cervantes. Con quince años, las hormonas ebullendo en tu sangre y tus neuronas, y una niña guapa esperándote en la puerta del colegio. O una Victoria de ...